Recordando al General Patriótico Juan Velasco Alvarado
29 de agosto, 1975
A cuarenta años de una felonía
Carlos Angulo Rivas*
Muchos de los interesados en leer este artículo no habían nacido todavía y otros tantos eran muy niños como para comprender una época marcada por los acontecimientos vinculados al rescate de la identidad nacional y la patria. Sin embargo, la historia es terca, habla por sí sola, tiene memoria, registra los hechos sin perderse en la vergüenza, en la fisonomía estructurada por quienes pretenden ocultarla. Este 29 de agosto se cumplen cuarenta años del derrocamiento del general Juan Velasco Alvarado, fecha que marca el fin del proceso revolucionario de la Fuerza Armada, único intento en la historia peruana por recuperar la dignidad nacional, la soberanía patria y la independencia económica de los centros de poder extranjeros. Francisco Morales Bermúdez, cercano colaborador de Velasco, cometió la traición personal y los altos mandos de la Fuerza Armada la traición al país. Se inventa así la segunda fase de la revolución, plan elaborado con la finalidad de desmontar las reformas estructurales realizadas desde el 3 de octubre de 1968 siguiendo los lineamientos del plan Inca.
El golpe militar 1968 destituyó a Fernando Belaúnde Terry, elegido con el programa de la izquierda de esa época que, paulatinamente, el presidente en el gobierno abandonó. La derecha oligárquica aliada a Víctor Raúl Haya de la Torre, jefe del partido Aprista, dominaba el Congreso Nacional saboteando toda iniciativa de cambio político, económico y social. Y la movilización social cuya expresión más elevada se dio con el inicio de la lucha armada y las guerrillas de 1965 encabezada por Luis de la Puente Uceda, había sucumbido en cruento enfrentamiento con el ejército, un motivo más según muchos analistas políticos para la intervención de la Fuerza Armada con un programa de cambios contra insurgente.
Con los cambios estructurales la oligarquía se sintió desplazada y afectada en sus intereses de enriquecimiento y dominio, el imperialismo estadounidense por su parte inició un sabotaje permanente a las reformas de Velasco, pues el país que se le escapaba de las manos. Y como por costumbre la historia oficial no registra los hechos tal como sucedieron, Velasco Alvarado es denigrado
y ultrajado por los periodistas y analistas de alquiler en cuanta oportunidad se presente (en mayoría por los ex velasquistas vergonzantes). De esta forma, la prensa parametrada por los grupos de poder
se constituye en la verdad oficial; y precisamente por ello el mejor presidente del Perú del siglo XX, Velasco Alvarado, no tiene un monumento a su memoria ni siquiera en los cuarteles como sí lo tienen los traidores a la patria con sus distintos rangos y nomenclaturas. ¿Acaso los peruanos debemos rendir reconocimientos a los vendedores del país, a los ladrones encopetados, a los delincuentes de la mafiosa casta política nacional?
y ultrajado por los periodistas y analistas de alquiler en cuanta oportunidad se presente (en mayoría por los ex velasquistas vergonzantes). De esta forma, la prensa parametrada por los grupos de poder
se constituye en la verdad oficial; y precisamente por ello el mejor presidente del Perú del siglo XX, Velasco Alvarado, no tiene un monumento a su memoria ni siquiera en los cuarteles como sí lo tienen los traidores a la patria con sus distintos rangos y nomenclaturas. ¿Acaso los peruanos debemos rendir reconocimientos a los vendedores del país, a los ladrones encopetados, a los delincuentes de la mafiosa casta política nacional?
Sin duda, el general Velasco Alvarado dio motivos para ser odiado por la oligarquía peruana, pues su nacionalismo y las reformas estructurales fueron suficientes para encrespar la revancha de quienes
recuperaron la manija del estado, gracias a la traición del general Morales Bermúdez y un grupo de generales corruptos que estuvieron al acecho. Velasco Alvarado no sólo reivindicó la soberanía del país, la dignidad nacional, al hombre peruano, a los indígenas y al campesinado, sino a la Fuerza Armada que se doblega hoy, al igual que ayer, con el síndrome de las varias derrotas, la
principal la de la guerra del Pacífico con Chile. Si tenemos a nuestro alcance servir a la patria de manera fidedigna, nada llega a ser superior que decir la verdad y educar a través de ella. Se sirve a la
patria, sin límites, diciéndole la verdad, en vez de ponerse a cantar el himno nacional saludando a la bandera y exagerando méritos a quienes no los poseen así luzcan medallas y bandas ministeriales y presidenciales.
recuperaron la manija del estado, gracias a la traición del general Morales Bermúdez y un grupo de generales corruptos que estuvieron al acecho. Velasco Alvarado no sólo reivindicó la soberanía del país, la dignidad nacional, al hombre peruano, a los indígenas y al campesinado, sino a la Fuerza Armada que se doblega hoy, al igual que ayer, con el síndrome de las varias derrotas, la
principal la de la guerra del Pacífico con Chile. Si tenemos a nuestro alcance servir a la patria de manera fidedigna, nada llega a ser superior que decir la verdad y educar a través de ella. Se sirve a la
patria, sin límites, diciéndole la verdad, en vez de ponerse a cantar el himno nacional saludando a la bandera y exagerando méritos a quienes no los poseen así luzcan medallas y bandas ministeriales y presidenciales.
En estricto, están en la memoria los episodios de un período signado por el serio intento de cambiar el devenir histórico del Perú enfermo, de la nación convaleciente desde su fundación como república independiente y soberana. Recordemos por tanto los hechos, y también el nítido escenario de la inmensa multitud desbordando los linderos de la Plaza de Armas de Lima, de cuando se dio la salida del féretro de Juan Velasco Alvarado de la Catedral, seguido por una procesión de centenas
de miles de ciudadanos; y de cuando a pie lo llevaron sobre hombros los trabajadores despertados en júbilo, no por la muerte sino por la vida de un precursor de la hoy llamada la revolución bolivariana de otro militar digno: Hugo Chávez Frías. El recorrido por las calles centrales de la ciudad, cerca de tres kilómetros para llegar al cementerio El Ángel, marcó un hito histórico, una despedida gloriosa. No se trataba de seguir el anda de oro y plata del Señor de los Milagros sino de la procesión tras un hombre cuyos restos mortales simbolizaban el rechazo a la felonía, al resurgimiento del oprobio, a la patria nuevamente herida de muerte. Multitudinario entierro que el traidor Morales Bemúdez desde Palacio de Gobierno trató de impedir.
de miles de ciudadanos; y de cuando a pie lo llevaron sobre hombros los trabajadores despertados en júbilo, no por la muerte sino por la vida de un precursor de la hoy llamada la revolución bolivariana de otro militar digno: Hugo Chávez Frías. El recorrido por las calles centrales de la ciudad, cerca de tres kilómetros para llegar al cementerio El Ángel, marcó un hito histórico, una despedida gloriosa. No se trataba de seguir el anda de oro y plata del Señor de los Milagros sino de la procesión tras un hombre cuyos restos mortales simbolizaban el rechazo a la felonía, al resurgimiento del oprobio, a la patria nuevamente herida de muerte. Multitudinario entierro que el traidor Morales Bemúdez desde Palacio de Gobierno trató de impedir.
Han transcurrido cuarenta años, desde cuando la esperanza se elevó a los cielos para caer luego en un extenso período de ignominia, infamia y degradación; o sea al Perú de la vergüenza nacional e internacional. Morales Bermúdez en su afán de entrega a la oligarquía de regreso y a los intereses de Estados Unidos, impuso el estado de sitio con largos períodos de toque de queda, hasta que el 19 de julio de 1977 el Paro Nacional lo obligo a su retiro de la presidencia de la república. Para el efecto convocó a una Asamblea Constituyente y a las elecciones de 1980. Con el regreso de Belaúnde al poder la felonía estuvo consumada y con ella la lucha armada de Sendero Luminoso y posteriormente el MRTA, protagonizaron un sangriento periodo de diez años con más de 69,000 muertos de ambos bandos de acuerdo a los tibios informes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
La mafiosa casta política enquistada en el poder, financiada y sobornada por la recalcitrante oligarquía peruana, está impedida de rendir merecido reconocimiento a un hombre de gran valía. Morales Bermúdez y los que le siguieron, Belaúnde en su segundo gobierno, García, Fujimori, Toledo, García otra vez y Ollanta Humala, no dejaron escribir la historia real a fin de ocultar el significado
del proceso revolucionario de la Fuerza Armada, traicionado por algunos de sus propios miembros. En este aniversario de la felonía , por consiguiente, es necesario refrescar la memoria de los adultos y los
mayores; y a la vez instar a los jóvenes a investigar la autenticidad del país en que viven, aprendiendo de los archivos ocultos la vigencia de los postulados libertarios, de cuando por primera vez en la
república se intentó alcanzar la gloria de la patria libre, libre de los yugos imperiales presentes hasta ahora; de cuando por primera vez las figuras epónimas de Grau y Bolognesi llegaron a crecer por encima de los sacrificios de mártires abandonados a su suerte por las castas políticas gobernantes. La dignidad nacional recuperada con la nacionalización del petróleo de la Brea y Pariñas en Talara, dio
inicio a un proceso innovador de cambios estructurales de raigambre emancipadora y anti-imperialista, anunciado en el manifiesto revolucionario de la Fuerza Armada el 3 de octubre de 1968; se trataba
de un nuevo perfil social y económico del país. El ejército cambiaba de mentalidad, se curaba en salud de los síndromes de las derrotas militares acercándose a las reivindicaciones de los pobres en el dolor
de hambre descrito en fibras humanas por nuestro insigne poeta César Vallejo y el mundo indígena en la visión de José María Arguedas.
del proceso revolucionario de la Fuerza Armada, traicionado por algunos de sus propios miembros. En este aniversario de la felonía , por consiguiente, es necesario refrescar la memoria de los adultos y los
mayores; y a la vez instar a los jóvenes a investigar la autenticidad del país en que viven, aprendiendo de los archivos ocultos la vigencia de los postulados libertarios, de cuando por primera vez en la
república se intentó alcanzar la gloria de la patria libre, libre de los yugos imperiales presentes hasta ahora; de cuando por primera vez las figuras epónimas de Grau y Bolognesi llegaron a crecer por encima de los sacrificios de mártires abandonados a su suerte por las castas políticas gobernantes. La dignidad nacional recuperada con la nacionalización del petróleo de la Brea y Pariñas en Talara, dio
inicio a un proceso innovador de cambios estructurales de raigambre emancipadora y anti-imperialista, anunciado en el manifiesto revolucionario de la Fuerza Armada el 3 de octubre de 1968; se trataba
de un nuevo perfil social y económico del país. El ejército cambiaba de mentalidad, se curaba en salud de los síndromes de las derrotas militares acercándose a las reivindicaciones de los pobres en el dolor
de hambre descrito en fibras humanas por nuestro insigne poeta César Vallejo y el mundo indígena en la visión de José María Arguedas.
Podemos mencionar algunos errores de Velasco Alvarado, sin embargo, se debe reconocer que todo proceso de cambios económicos, políticos y sociales, encuentra miles de piedras en el camino, unas grandes y otras pequeñas, pero en el movimiento todas ellas son pecados veniales cometidos por acción nunca por omisión. Un cambio de mentalidad en el ejército y por ende en la Fuerza Armada, transformó el país dejando de lado la belleza estética de los discursos patrios banales, asumiendo la ética revolucionaria de transformar en personajes de interés a todos los peruanos y a los pobres en
particular, tal como se formulaba en el Plan Inca. La reforma agraria eliminando el latifundio de propiedad privada, expropiando gigantescas extensiones de tierra agrícola, maquinarias e instalaciones
industriales, creando cooperativas de trabajadores, bajo el lema “la tierra es para quien la trabaja, el patrón no comerá más de tu pobreza,” marcó el paso gigante de una revolución en serio. La organización de las comunidades campesinas en Sociedades Agrícolas de Interés Social, en torno a las expropiaciones de las haciendas serranas de mayor extensión, completaba el esquema de la reforma
agraria en función de estimular la economía hacia el auto-desarrollo del mercado interno.
particular, tal como se formulaba en el Plan Inca. La reforma agraria eliminando el latifundio de propiedad privada, expropiando gigantescas extensiones de tierra agrícola, maquinarias e instalaciones
industriales, creando cooperativas de trabajadores, bajo el lema “la tierra es para quien la trabaja, el patrón no comerá más de tu pobreza,” marcó el paso gigante de una revolución en serio. La organización de las comunidades campesinas en Sociedades Agrícolas de Interés Social, en torno a las expropiaciones de las haciendas serranas de mayor extensión, completaba el esquema de la reforma
agraria en función de estimular la economía hacia el auto-desarrollo del mercado interno.
En aplicación progresiva del Plan Inca, vino la ley general de industrias y la creación de la Comunidad Industrial, reservándose para el estado las industrias básicas estratégicas. Se trataba de superar el modelo capitalista dependiente, implementando un estado empresarial, productor y gerente. Esta idea condujo a la nacionalización de la gran minería, la industria pesquera, los servicios básicos, el transporte aéreo, y parte de la banca; creándose también las comunidades laborales sectoriales de
participación en la gestión y propiedad de las empresas, similar a las de las comunidades industriales. Con la restauración del poder oligárquico se abrieron las puertas del neo-liberalismo y la corrupción, gran oportunidad para fortalecer las mafiosas castas políticas partidarias; y con el advenimiento de la dictadura del japonés Alberto Fujimori, la privatización de las empresas estatales estratégicas fue una subasta al martillo, un remate calculado por el ministerio de Economía en nueve mil millones de dólares que nunca ingresaron al Erario Nacional. Millonaria cifra que Fujimori redujo a seis mil millones de dólares que tampoco ingresaron a la caja pública.
Dentro del modelo diseñado en el Plan Inca, la auto-gestión empresarial y el Sistema Nacional de Propiedad Social, bosquejaban la prioridad de la creación de empleo mediante la participación de los trabajadores y la ayuda del estado. Y en la política exterior, la autodeterminación de los pueblos comenzó a ejecutarse de forma soberana y equidistante de los centros de poder mundial,
asumiéndose la posición tercermundista del movimiento No Alineado. El Perú por primera vez en su historia rompía el esquema de la dependencia absoluta de las decisiones de la Casa Blanca y del
Departamento de Estado en Washington; Velasco Alvarado estableció relaciones diplomáticas con Cuba, el bloque pro soviético de Europa del Este, Corea del Norte, Vietnam y China Popular. La compra de armamentos, tanques modernos, aviones de guerra, y pertrechos
militares, para el sistema de defensa nacional se privilegió con la Unión Soviética. La reforma educativa fue otra iniciativa en la perspectiva creadora de la conciencia crítica consustancial al
proyecto de país y desarrollo cultural autónomo, tratando de evitar la proliferación de seres atrofiados, incultos, deformes e ignorantes.
Los siete años de gobierno de Velasco Alvarado transformaron el país, creándose un ambiente de antagonismo con los poderosos oligarcas acostumbrados a usar las tiranías civiles y
militares para sus propios intereses de enriquecimiento deshonesto y desvergonzado. El sabotaje interno y externo a las medidas nacionalistas, la falta de comprensión a un proceso emancipador promocionó abiertamente la fuga de capitales para golpear la economía y hacer sucumbir la embarcación de este intento serio de cambiar el país. La actual guerra económica en Venezuela nos puede dar una idea de lo ocurrido en aquel entonces. El modelo del Plan Inca, elaborado con sólidas bases para el desarrollo del Perú no llegó a concretarse en sus reales posibilidades y potencialidades. La enfermedad de Velasco Alvarado y el posterior derrocamiento golpista de Francisco Morales Bermúdez encabezando a un grupo de generales traidores como él, dieron inicio a un descarado desmontaje de la llamada revolución de la Fuerza Armada. Como le sucedió a Salvador Allende en Chile, las fuerzas anti-patriotas y la intervención norteamericana a través de la CIA, trajeron abajo un proyecto de país en perspectiva “sin calco ni copia, creación heroica” como lo quería el amauta José Carlos Mariátegui.
participación en la gestión y propiedad de las empresas, similar a las de las comunidades industriales. Con la restauración del poder oligárquico se abrieron las puertas del neo-liberalismo y la corrupción, gran oportunidad para fortalecer las mafiosas castas políticas partidarias; y con el advenimiento de la dictadura del japonés Alberto Fujimori, la privatización de las empresas estatales estratégicas fue una subasta al martillo, un remate calculado por el ministerio de Economía en nueve mil millones de dólares que nunca ingresaron al Erario Nacional. Millonaria cifra que Fujimori redujo a seis mil millones de dólares que tampoco ingresaron a la caja pública.
Dentro del modelo diseñado en el Plan Inca, la auto-gestión empresarial y el Sistema Nacional de Propiedad Social, bosquejaban la prioridad de la creación de empleo mediante la participación de los trabajadores y la ayuda del estado. Y en la política exterior, la autodeterminación de los pueblos comenzó a ejecutarse de forma soberana y equidistante de los centros de poder mundial,
asumiéndose la posición tercermundista del movimiento No Alineado. El Perú por primera vez en su historia rompía el esquema de la dependencia absoluta de las decisiones de la Casa Blanca y del
Departamento de Estado en Washington; Velasco Alvarado estableció relaciones diplomáticas con Cuba, el bloque pro soviético de Europa del Este, Corea del Norte, Vietnam y China Popular. La compra de armamentos, tanques modernos, aviones de guerra, y pertrechos
militares, para el sistema de defensa nacional se privilegió con la Unión Soviética. La reforma educativa fue otra iniciativa en la perspectiva creadora de la conciencia crítica consustancial al
proyecto de país y desarrollo cultural autónomo, tratando de evitar la proliferación de seres atrofiados, incultos, deformes e ignorantes.
Los siete años de gobierno de Velasco Alvarado transformaron el país, creándose un ambiente de antagonismo con los poderosos oligarcas acostumbrados a usar las tiranías civiles y
militares para sus propios intereses de enriquecimiento deshonesto y desvergonzado. El sabotaje interno y externo a las medidas nacionalistas, la falta de comprensión a un proceso emancipador promocionó abiertamente la fuga de capitales para golpear la economía y hacer sucumbir la embarcación de este intento serio de cambiar el país. La actual guerra económica en Venezuela nos puede dar una idea de lo ocurrido en aquel entonces. El modelo del Plan Inca, elaborado con sólidas bases para el desarrollo del Perú no llegó a concretarse en sus reales posibilidades y potencialidades. La enfermedad de Velasco Alvarado y el posterior derrocamiento golpista de Francisco Morales Bermúdez encabezando a un grupo de generales traidores como él, dieron inicio a un descarado desmontaje de la llamada revolución de la Fuerza Armada. Como le sucedió a Salvador Allende en Chile, las fuerzas anti-patriotas y la intervención norteamericana a través de la CIA, trajeron abajo un proyecto de país en perspectiva “sin calco ni copia, creación heroica” como lo quería el amauta José Carlos Mariátegui.
Condenado al silencio por la corrupta casta política gobernante que recuperó el poder, a través de la felonía de Morales Bermúdez, Juan Velasco Alvarado brilla con luz propia en medio de la degeneración
política actual, acrecentada en los últimos años por el oprobio y vergüenza. Miles de millones de dólares del estado peruano han pasado a enriquecer las arcas de la mafiosa maquinaria política que se reparte el poder de alternativa en alternativa. Este dinero mal habido en manos de los políticos, ex presidentes, ex ministros, altos funcionarios, jueces, magistrados y militares de alto rango, destacan por la enormidad de los desfalcos al estado. Los dos gobiernos de Alan García y sus secuaces; y el de la dictadura del ciudadano japonés Alberto Fujimori, quien en un alarde de poder imperial sometió
a la Fuerza Armada a sus designios impúdicos, mediante una indigna, denigrante e insultante, “acta de sujeción” firmada por los más altos mandos militares del Perú, muestran una parte de la historia reciente de la narco política y la destrucción del Estado.
política actual, acrecentada en los últimos años por el oprobio y vergüenza. Miles de millones de dólares del estado peruano han pasado a enriquecer las arcas de la mafiosa maquinaria política que se reparte el poder de alternativa en alternativa. Este dinero mal habido en manos de los políticos, ex presidentes, ex ministros, altos funcionarios, jueces, magistrados y militares de alto rango, destacan por la enormidad de los desfalcos al estado. Los dos gobiernos de Alan García y sus secuaces; y el de la dictadura del ciudadano japonés Alberto Fujimori, quien en un alarde de poder imperial sometió
a la Fuerza Armada a sus designios impúdicos, mediante una indigna, denigrante e insultante, “acta de sujeción” firmada por los más altos mandos militares del Perú, muestran una parte de la historia reciente de la narco política y la destrucción del Estado.
Todavía estamos a tiempo. La misión ciudadana está en salvar la patria, y felizmente se va aprendiendo de la democracia participativa de los países hermanos, se va aprendiendo de la importancia del voto popular en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, El Salvador; y aquí en el Perú, traicionada por Ollanta Humala la opción por el cambio, tenemos la oportunidad de derrotar a la corrupción, el crimen y la inmoralidad, representadas por la cuatrinca degenerada: Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo. Dentro del proceso latinoamericano actual transmontemos la historia con pensamientos libertadores en memoria de líderes como Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Hugo Chávez Frías. Para los creyentes y no creyentes, tomemos en cuenta las palabras de Monseñor Salvador Pineiro, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, quien recientemente con miras al 2016 dijo: “NO VOTEN POR LOS CORRUPTOS.”
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